es extraño el efecto que producen las montañas a la gente. Ya sean los Andes, los Alpes, Urales o en este caso los Cárpatos. A algunos la montaña los agobia, los encierra, los oprime. A otros las montañas los protegen, cobijan y los hacen sentir dentro de un limite visible parte de una unidad, de una comunidad.
No se bien de que lado estoy yo, probablemente como en todo, viva ambas sensaciones. Muchas veces he percibido a los montañeses como rudos, cerrados o primitivos y no obstante ello, los Banatos, los Transilvanos, los Siculos me parecieron muy abiertos, muy amables, muy curiosos y conversadores. Obviamente esta sensación la he ganado como turista y no como inmigrante.
Bien, hoy dejé las montañas a mis espaldas, y mientras la silueta de las ultimas colinas iban desapareciendo de mi espejo retrovisor, los saludos articulados por las calles de los pueblos, como en días anteriores, quedaban sin respuesta. Las miradas no eran mas aquellas curiosas sino que las percibía como miradas de codicia. Así como bajaba el terreno, se disipaban las tan características casas, se enfriaba el ambiente, aumentaba la densidad urbana y se acentuaba mi atención.
Dejaremos pasar esta noche y mañana veremos que me regalará el día. Tengo planeado de llegar a la ciudad de Braila, a orillas del Danubio (el cual dejé de ver hace ya semanas) para ya estar a pasos de mi destino, el Delta.
Los 100 Kms de mañana serían una primicia, yq que nunca he pedaleado tanto, pero creo que con viento a favor, sin cuestas y entrenado como vengo podría ser factible. Igual por las dudas, no me aventuro a reservar ningún Hostal.
A continuación unas fotos por orden cronológico del día de hoy.
Un saludo desde Moldávia occidental (la región Rumana, no la república)
0
Dejar un comentario