La partida de la pintoresca ciudad de Inegöl fué como habitual, con una hora de atraso, no obstante sabiendo el ambicioso plan del día de hoy. 1250 metros de subidas y 110 kms de distancia. Un meta hasta ahora nunca alcanzada.
Dejando la ciudad pude recalentar mis músculos con solo leves cuestas a lo largo de unos 20 kms. Lo que de ahí en mas se me presentara fue una constante subida que gracias al trafico casi nulo en la ruta elegida me permitiría hacer serpentinas dentro de los limites de la calzada y así minimizar el esfuerzo, todo en pos de cuidar mis rodillas que con mayor esfuerzo se hacen notar.
Varias interrupciones de reposo, otras simplemente para seguir empujando a pie la bicicleta y otras para responder a preguntas curiosas de transeúntes, que de donde vengo y a donde voy.
El primero fue OSMAN, un pastor con su rebaño que ni bien me vio, dejó su manada para venir en mi encuentro. No entendí que cosa me dijera, pero interprete su amabilidad y su ademan de invitación a seguirlo. Dejé la bicicleta en la banquina y nos adentramos en la pradera, donde mas allá del rebaño pastando, tenía en un recipiente de hojalata un fuego encendido donde mantenía caliente el tradicional çay. Me pidió que tomara asiento en su silla, lavo dos vasitos, los lleno de te, y junto a un trozo de queso, pan y unas olivas me sirvió la merienda. Gracias a mi traductor cibernético supe que Osman tiene 3 hijos de los cuales uno esta en las fuerzas armadas y que vive en el pueblo siguiente.
Así nos despedimos, Osman quedando al cuidado de sus ovejas y yo pedaleando cuesta arriba. Aun me quedaban unos 500 metros por subir.
No habían pasado loo metros que un coche que viniera en sentido contrario se parara y me preguntara algo. Al notar que no sabia que responder, el conductor me hizo un ademan, se bajó del vehículo y mientras otro hombre y tres mujeres en el asiento posterior esperaran, él abrió el baúl y sacando varias manos llenas de cerezas frescas me llenó mi cesta con las mismas. Cerró el baúl y con una sonrisa y un gesto de inmenso agradecimiento de mi parte nos despedimos.
Y que era eso de reconocer límites? Pues bueno, orgulloso escale mis 1100 metros pero el destino a 110 kms me fue imposible, así que decidí parar en Buyüzük, un pueblo insignificante con un hotel económico que le hacia honor a su alrededor. Ya no creo que me pondré objetivos tan lejanos para mi condición física reconociendo mis posibilidades que vaya, no creo al fin tampoco que sean tan malas.
El resto en imágenes:
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