Cuando hoy me prima Elsita me preguntó si he aprovechado para darme unos chapuzones en el Mar Negro, tuve que contestarle con un rotundo NO! Y que tampoco pienso hacerlo. Turquia tuvo una decada de rápido desarrollo desde el 2005, con una fuerte industrialización y como único país en la OSCE pudo reducir la brecha entre pobres y ricos. Pero en este auge, diría milagroso, (me recuerda a Argentina de los años 90) el tema de políticas ambientales ha quedado en el camino. Viajando en bicicleta, lento, tengo oportunidad de observar lo que los turistas en buses o los automovilistas no pueden ver. La desidia y la inmundicia. Vertederos industriales en los ríos (que desembocan en el Mar Negro), basurales a cielo abierto a lo largo de la costa. Percibo los olores, veo los colores de las aguas que son de todo menos cristalinos. Esto me ha quitado toda ganas de poner ni un pie en las aguas de la costa. Mas allá que NO EXISTEN playas libres de basura. Es una verdadera calamidad que no puedo dejarla pasar por alto, por cuanto romanticismo desea ponerle a este país. Si debo poner Turquía al lado de Argentina, debo decir que Argentina en lo que respecta el medio ambiente me parece Suiza. Y esto ya dice mucho.
Amen de ello, el litoral costero Turco en el Mar Negro no está muy explotado turisticamente, tal vez también a razón que cuentan con grandes centros turísticos en su otra costa marítima sobre el Mar Egeo que cuenta con mejor infraestructura y un mar mucho mas atractivo.
Pasada la ciudad de Giresun, en Kesap, me presenté en un camping preguntando por un lugar para montar mi carpa. La calidad humana con la cual fuí recibido, atendido y hospedado me hicieron pasar por alto que no existían duchas y que todo estuviera aun en construcción. Ahmed, su titular con la familia me invitaron a cenar con parientes que iban llegando y preparando una cena festiva en vísperas del canto del muecín que anunciara el fin del ayuno diario. Es ahí donde las familias turcas se juntan todos a cenar, cantar, festejar. Mientras nosotros los cristianos usamos juntarnos para las navidades, y tal vez pascuas, los musulmanos festejan estos encuentros a diario durante todo el mes que dura el Ramadán. Es una experiencia interesante para mi y es un aspecto positivo que puedo rescatar de esta usanza.
Con esta familia, que si bien yo era un cliente, nos hemos ganado tanta simpatía que a la hora de pagar Ahmed no quería aceptar dinero alguno, por lo cual he puesto yo el monto que me parecía justo.
He aqui algunas imágenes del día.
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