Cruce de los Andes en Kayak

Cruce de los Andes en Kayak

Jamás antes lo había hecho. No, no cruzar los Andes, sino que andar en Kayak. La preparación fue básica en cuanto a la práctica e intensiva en teoría. Un curso mas bien teórico en noviembre del año pasado, con Octavio Marmol, 4 horas, en su escuela de “Rio Mistico” en el Rio de la Plata y 5 días de Kayakismo usando mi Kayak desmontable Nortik Argo, en el Mar Mediterraneo, en las costas de Hyeres con el grupo Suizo de “Siesta-Oppi-Kanuschule”.
Un día de inusual y poco viento en el Lago Argentino fue mi bautismo Como kayakista solitario, ambientándome en una corta travesía de dos días entre Puerto Punta Banderas y El Calafate.
En lo que reguarda a mi cruce de los Andes y su proyecto de unir San Carlos de Bariloche en Argentina con Puerto Montt en Chile es, a nivel general ninguna hazaña y fueron muchos quienes lo hayan hecho antriormente, y distancias mucho mayores, pero si fue mi hazaña personal. Detalles de la travesía ya los he contado anteriormente. El Kayak no es definitivamente mi medio preferido y mas de una vez remé al límite de mi capacidad con una constante inseguridad que si bien he podido superar, pero agudizando al máximo mi sentido común. La nobleza, estabilidad, velocidad e incluso maniobrabilidad del Nortik Argo me ha apoyado muchisimo. Su excelente carga útil de 160 Kg me permitió llevar todo cuanto considere necesario. Probablemente enfrentando una nueva travesía en compañia, podría volver a ganar seguridad y navegar con mas comodidad. No obstante ello y sin dudas, he tenido una curva positiva de entrenamiento y ganancia de conocimiento. Lago, Rio, Fiordos y Mar, la interpretación de las corrientes y vientos, técnicas de navegación y paleo etc. Nada fue en vano. Pero mas allá de estos pormenores específicos al kayakismo, como también viajando mis 7mil kms en bicicleta, el enfoque estaba fijado en el viaje en si mismo, en lugares, cultura, y sobre todo en su gente. Y aquí Chile me ha sorprendido, me ha abrazado y cobijado en calor. Lo que le falta a Chile en infraestructura como ser cobertura de Internet y redes de cajeros automáticos de banco, le sobra en calidez, amabilidad y predisposición a ayudar al viajero por parte de sus habitantes.
A Chile también le sobran bellezas naturales y no obstante los actuales acontecimientos de conocimiento publico en cuanto a daños ambientales, (marea roja y demás) he visto paisajes y lugares de una pulcritud inusual para ser América Latina.
No obstante los Chilenos mismos se lamenten de sus notables diferencias de estratos sociales entre ellos, he percibido un Chileno, a diferencia de nosotros los Argentinos, muy identificado con su ser nacional. El motivo se lo adjudico no solo a su situación geográfica particular, acorralados entre la cordillera y el infinito océano pacifico, sino también al flagelo común de las repetidas catástrofes naturales, y por último y no por ello con menor peso, también a su excelente arte culinario. Y si, es cierto, los sabores unen a los pueblos.
Ahora me encuentro en Puerto Montt, habiendo ayer, por motivos de meteorología interrumpido mi viaje, superando los últimos 35 kms con un minibus, cuyo chofer fue muy amable en hacerle un lugar a todo mi equipaje, anulando la salida posterior del mismo. No suficiente con ello, al llegar a la terminal de Puerto Montt, finalizando acá su recorrido y visto que el chofer, también dueño del vehiculo, debía esperar mas de media hora para retomar la vuelta a Caleta La Arena, me acercó hasta la puerta del Hostal donde pensaba alojarme, en la intersección de las Calles Buenos Aires y Pudeto. Eso es el Chile que me llevo en mi recuerdo.
A continuación un resumen de las últimas fotos. Un cortometraje casero previa edición lo publicare apenas llegue su momento.