Dejé mi campamento en NIKSAR por la mañana rumbeando hacia el norte. En el horizonte veía como el viento empujaba nubes bajas por entre valles y estas caían como cortinas por sobre las laderas. Era un indicio de una entrada de aire frío desde el Mar Negro y hacia allá me dirigía. A pocos kms de mi partida, el termómetro empezaba a bajar llegando a la marca de 15 grados centígrados, y eso en verano en Turquía. Nunca lo hubiese imaginado. Una llovizna persistente y neblina me opacaban el paisaje. En algunos valles la visibilidad mejoraba y me permitia observar el paisaje, el cual me recordaba vivamente a la zona alpina del Tirol.
El olor al humo de chimeneas me embriagaba, me protegía. Solo deseaba encontrar una confiteria, como estaba acostumbrado de Austria, con una leche chocolatada y alguna delicia de repostería. Solo que no no he hecho las cuentas, que me hallaba en Turquia y en epoca de ramadan, lo que significa también, en época de ayuno.
Finalmente tuve la dicha de encontrar un chiringuito al costado de la ruta, que vendía te caliente y bizcochos. A ambos estuve invitado por unos viajeros turcos oriundos de la ciudad de Ordu.
A las 6PM entraba en la ciudad litoraleña de Ünye luego de haber descendido casi constantemente de los 1300 metros a 5 metros SNM. El tiempo, pese a estar aun nublado, era mas templado, y seco. Esto me permitió encontrar el Campamento, armar mi carpa y hacerme de algunas provisiones para la cena. Hace meses, por cuan buena sea la cocina turca, que no comía algo tan delicioso como lo que me he preparado mientras el sol se ocultaba en el horizonte. Medio kilo de carne vacuna, cortado en sutiles tiritas, una cebolla, 3 dientes de ajo, un puñado de hongos de bosque, ají picante (Chili) y sal. Es todo cuanto poseía para cocinar y fue la cena mas deliciosa de las ultimas semanas.
Ya había oscurecido, me destapé la segunda botella de cerveza, me la serví en mi cacharro de acero, la saboreé, y me acosté a dormir, relajado y contento.
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