DIA 174 – humeras, camellos y dos casas perdiendose en el allí
» » DIA 174 – humeras, camellos y dos casas perdiendose en el allí

DIA 174 – humeras, camellos y dos casas perdiendose en el allí

Publicado en: Bitácora, Fotos, Kasajistán, Prosa | 0

IMG_0775Viajo, el ultimo vagon parece perderse en el horizonte. Yo viajo en el segundo. El paisaje, estepa en proceso de desertificacion se pierde, alli donde el horizonte se amalgama con el aparente infinito. En medio de la nada, un dromedario sigue su camino. Tambien el se mueve en la soledad. Observo por la ventana. Estirando mi cuerpo, en punta de pies, logro asomar la cabeza por la ventanilla semi abierta. El viento me alisa el pelo. Los ojos los tengo apenas abiertos por el efecto del viento y el polvo que levanta el tren al pasar. Por momentos adopto la fisionomia de los Kasakos, con sus lineamentos mongoles. El panorama es monotono e interesante por igual. La luz, los cúmulos decorando el azul del cielo, el gris y marron del terreno, las elevaciones son de piedra calcarea blanca, moldeadas por la erosión de milenios. Vuelvo a mi camarote. Observo a mi vecino en su catrera. Ronca. Su panza le desabrochó el penúltimo botón de su camisa, abriéndose paso a la libertad. Su cara con señales inconfundibles de rosácea parece hinchada por el alcohol. Estimo que sea ruso. Mas que haberle ofrecido de mi agua y un poco de pan, no he intercambiado palabra alguna. El que pero hoy beve soy yo. Me encuentro terminando una botella de Cabernet Sauvignon de Moldavia, que me traje, ya empezada, dos noches atrás en Aktau. Faltan aún cinco horas para llegar al pueblo estepario Kasajo de Beyneu donde luego de tres horas de espera, retomaré viaje hacia Usbekistan con destino final en Urgench.
IMG_0779Nos paramos por octava vez, en en poblado del cual puedo ver en su longitud, de la primera a la ultima casa. Vendedoras ambulantes decoran el unico anden y aprovecho para comprar otro atado de cigarrillos ya que el primero lo perdi entre la segunda y tercer estación. Me vuelvo a recostar. Mi cucheta tiene un colchon y ropa de cama en buen estado. Su blanco resplandece entre la formica marron del compartimento de este tren, probablemente de los años sesenta. Su edad pero la lleva con decoro.
Mientras el tren, luego de un largo silbido, se pone en marcha, dejando una humera negra con perfume a gasoil, me relajo, me pongo los auriculares y aprieto en mi celular el botón de play.
Suena asi, en medio de la estepa Kasaja, Reminicenses, de Astor Piazzola con Garry Mulligan. Un laberinto de emociones surcan mi cabeza y una puntada me aprieta el corazón. Un deseo infinito, como el nada que observo en movimiento pasar por mi ventanilla, de repente, siento ese deseo infinito de encontrar mi lugar en este mundo. Deseo la vida urbana, en un idioma que entiendo, entre silbidos, humeras, camellos y dos casas perdiendose en el allí.

P1040705

P1040709

IMG_0774

IMG_0780

0

Dejar un comentario