Hoy mas que nunca es dejar atrás un montón de cosas, sabores exóticos con ingredientes sanos y orgánicos. Es dejar atrás idiomas que no entendía y despedirme de rituales, como los eran los clásicos bocinazos de automovilistas.
Es volver a un lugar familiar, sin dudas, sabiendo y entendiendo cuanto veo y escucho. Es encontrarme con calles limpias y en un impecable estado, con bicisendas por doquier. Es volver y pedalear por mórbidos paisajes ricos en su verdor, con campos fertiles y espesos bosques.
Pero también es volver a un mundo de extrema riqueza económica, de un sustentable respeto del medio ambiente pero también, proporcionalmente inverso, de una cierta pobreza espiritual. Es una tesis compleja la mía, y es un juicio. Sobre todo en una ciudad prospera y economicamente tan desarrollada como lo es la ciudad de Munich, autos mayormente de grande cilindrada y de una vida promedio según las estadísticas, de unos seis años. (ocho años a nivel nacional). Por que percibo una pobreza espiritual? Es gente mala? No, no lo son. Pero el consumismo desenfrenado los hace insensibles. Esclavos. Les roban el tiempo y la sonrisa. y cuando ríen lo hacen de una manera diferente a las sonrisas que he descubierto en mi viaje. Esa riqueza acumulada no hace al individuo culpable de nada, simplemente lo opaca. Le quita la espontaneidad, lo ata y le da una vara para medir la felicidad que no es una vara tarada. Es la que los principios de esta forma de capitalismo (por que hay diferentes formas de este) les hace creer y les vende como justa moneda.Mientras pedaleaba por Asia central, muy a pesar mío y también víctima de prejuicios, lo hacía como una persona aparentemente rica, por el mero hecho de ser “Europeo”. Eso fue a lo largo de mi viaje, una sensación desfavorable, por saber que ello no es cierto y por aparentar (en los ojos de los demás) ser una persona pudiente. Esto me llevó mas de una vez, no obstante disfrutara de todo cuanto se me presentara, a desear estar pedaleando en Europa.
Y ahora pedaleo por estos pagos, y viendo tanta riqueza y bienestar, y por un prejuicio propio, me siento pobre. Pedaleo rodeado de mansiones y casas ostentosas en la periferia sur de Munich y me pregunto, que hubiese tenido que hacer en mi vida para poder poseer algo semejante.Sigo pedaleando y la respuesta me viene sin desearla, con cada respiro forzado subiendo una pequeña ladera. Para poseer todo aquello que me parece bonito a la izquierda y derecha de mi camino, hubiese tenido que renunciar a miles de cosas y gustos que me he dado y hoy, no estaría pedaleando recordando este viaje tan particular, ya que no lo hubiese hecho. Por falta de tiempo, por falta de perspectiva o por falta de interés.
Será un consuelo de tontos si digo, que suerte que he tenido en mi vida y que sabio ha sido el señor conmigo?
Sonrío, mientras voy dejando los bosques frondosos y entro en la zona pre-alpina de la Alta Baviera, ya vislumbrando los Alpes. Es un día otoñal maravilloso, con colores ocres y dorados y un tibio sol que me acompaña.
Gracias.
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