fue la primer frase que se me cruzo por la cabeza cuando busque un título para este fin de semana pasado. Dejando atrás los últimos vestigios deltaicos, los pueblos lipovanos y algunas mórbidas colinas hice ingreso a la ciudad puerto de Constanta. (Constantza) Esta ciudad es pero mucho mas que una ciudad portuaria, es una ciudad historica que llevaba el nombre de Tumoi o Tomis según el período o dominio. Griego, Bizantino, Romano. Fue la ciudad donde vivió el poeta Ovidio (entre el año 8 y 16 DC) durante su destierro y donde también falleció. Fue parte del principado de la Walachia, del imperio Otomano, del reino de Rumania y hoy es también una ciudad balnearia, con una fuerte atractivo turístico, ya sea de veraneo como histórico-cultural. Una ciudad que aún le queda mucho por recuperar y que cuenta con un potencial infinito para convertirla en una perla del Mar Negro, en ello que ya ha sabido ser hasta los años 40 del siglo pasado.
Perlas hay muchas en Constanta y tuve la suerte de conocer varias. Así su gente, del lugar y extranjeros. La llegada a Constanta estaba ya cargada de expectativas, por que si bien viajar es descubrir cosas nuevas, a veces es también regresar. En este día estaba contento por regresar, volver. Volver a hablar castellano, y eso con una hermosa persona nada menos que de Santa Fe. Natalia vive acá hace un año con su marido. Volver a casa es también hablar italiano. Nicola, el esposo de Nati es italiano, un enólogo de la región Puglia. Ambos viven aquí, por motivos laborales y ambos son fervientes sostenedores de Couchsurfing, habiendo alojado ya a decenas de personas, viajeros, mochileros, ciclistas. Fue un hermoso encuentro, como siempre con couchsurfers, repitiendo mi historia resumida, escuchando, preguntando y descubriendo la de los otros, enfín, conociéndose y descubriendo este mundo. Nico aparte de ser un enólogo, por ende un entendedor de vinos, es un excelente cocinero, como no podría ser de otra manera siendo italiano. El estofado de oveja, las ensaladas y la degustación de vinos fue inolvidable. Los invitados al banquete, un joven francés y su novia alemana, aquellos con los que compartimos la noche anterior, una pareja rumana, otras dos alemanas, y una chica de Kentucky en EEUU no vinieron a almorzar.
La tarde me sorprendió nuevamente, esta vez con Daniel, un Constantino que había leído en algún foro de internet sobre mi viaje y el cual me ofreció conocernos y que con mucho gusto me mostraría lo mejor que puede “Su” ciudad. Daniel habla perfectamente español ya que pasó 15 años en España donde aún viven sus hijos. Si no me decía que era Rumano, lo tomaba por un Gallego, bueno salvo su extrema amabilidad que es mas propia de estas partes. No solo me mostró la ciudad (todo en bicicletas), sino que me invito a un museo y hemos terminado bebiendo algo junto a su hermana y otros amigos. Según Daniel, mi viaje lo inspira, y ese fue el mayor regalo de este fin de semana. Espero que te lances por alguna ruta. Los detalles o consejos los hemos ya tratado.
DIVINA gente, Hospitalaria, Excelentes cocineros, trotamundos y anfitriones. Que mas esperarse de la vida que estar rodeado de tanta gente interesante y que tienen verdaderamente mucho que contar, que compartir y que preguntar.
Un resumen fotografico:
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