La inercia que llevo en mi es fuerte, la siento al tener que parar al igual al retomar viaje. Vivo de un cambio al otro y no obstante esto me siento tan bien sin ellos. Así me costó mucho la partida en el día de hoy, dejar Constanta, mirar el mapa y ver que si bien la frontera con Bulgaria estaría cerca, la pereza de pedalear y las pocas ganas de dejar Rumania se hacian notar.
La salida de la ciudad me llevo mucho tiempo, y ya habia pasado el mediodia y aun pedaleaba por el interminable puerto de Constanta cuando recién cruzaba el canal artificial del Danubio (obra de Ceausescu), que une este rio con el puerto mas importante del país.
La duda de no llegar en la fecha a Bulgaria se dicipó apenas la ruta me acerco a las playas de fina arena clara. El murmurar de las rompientes, el perfume del mar y la brisa marina… Cuantos años pasaron desde la ultima vez que realmente estuve en el mar. La decision fue tomada al instante. Un vistazo a la Applikation de Booking en mi celular y reserva de habitation en la “Casa Silvia” Dejar las cosas e irme directamente a la playa para esperar el atardecer.
Ya había oscurecido cuando regrese a la casa. Silvia, la dueña de casa me había lavado la ropa, obviamente de buena onda y sin cargo alguno. Vasile, el marido me ofreció unas cervezas mientras Erzvan el hijo me contaba de su trabajo, y que seguía los pasos del padre, es decir de camionero y que estaba muy contento que dentro de algunas semanas empezaría a trabajar para una transportadora de Luxemburgo. Te deseo Erzvan mucha suerte con el nuevo desafío. Estuvimos charlando hasta la medianoche, viendo fotos e intercambiando historias. Erzvan habla muy bien castellano, y lo aprendió solo, de niño, mirando telenovelas con su madre por televisión.
Una hermosa familia y una muy linda pensión.
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