Desde la antigüedad, y desde sus origenes, que los Búlgaros han desarrollado una excelente técnica trascendental. La muerte los acompaña desde siempre y como se ha podido demostrar, los búlgaros ya llevan cientos de generaciones muriendo, no habiendo dejando jamas algún espacio de vida eterna.
Este Arte, que paradójicamente esta muy ligado a la vida misma, los búlgaros han sabido perfeccionar al modo tal que han desarrollado técnicas de natalidad sustentable para garantizar la sucesiva defunción.
Así el hombre búlgaro que otrora vestía finas sedas para llamar la atención de la mujer, hoy lo hace con trajes de gimnasia en viscosa importados de china. Este atuendo parece ser parte de la identidad popular balcánica y eslava. Probablemente sea la acentuación de la protuberancia masculina la que despierta el deseo sexual de la mujer.
En los casos donde la naturaleza ha sido muy medida o avara, el hombre búlgaro ha aprendido a compensar esta falencia con ostentosa bisutería de metales semipreciosos o con autos (de demolición europeos) equipados con fuertes altoparlantes y rodados sobredimensionados.
A raíz de las constantes despedidas terrenales, los búlgaros han desarrollado también el culto de la trascendencia, es así que según la posición social adquirida en vida, al difunto se lo recordará en forma de monumento o de un aviso fúnebre a la vera del camino, en un árbol, en la cerca de su casa o en el tablón de finados de su pueblo.
Hoy llegué a la ciudad de Burgas, cruzando algunas elevaciones de los Montes Balcánicos orientales, donde me quedare un día, visitando la ciudad y preparándome para mi próxima etapa que será la de despedida de Bulgaria e ingreso en Turquía.
Buenas Noches.
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