Hoy fue un día grisen la ciudad. Una brisa marina cargada de humedad bajaba mas aun esa sensación térmica. De esto me daba cuenta mientras observaba las gaviotas sobre los techos de las casas vecinas como les enseñaban los primeros aleteos a sus jóvenes pichones. Son desgarbados, torpes y muy gritones. Son también inocentes y llevan en si solamente un legado genético que será aquel de volar. Salvo que entre todos ellos no se encuentre otro Jonathan Livingston, su vida será simple y sencilla.
No deben cargar como nosotros los cristianos, esa carga que se nos ha impuesto ya con la leche materna, ese sentido de culpa y de deuda, solo por el hecho que un judío haya muerto por nosotros.
Que increíble y que asqueroso lo que la perfidia humana ha llegado a crear, en nombre del Señor, y solo para el dominio y opresión de sus semejantes.
Por suerte hoy como adulto puedo discernir y separar lo que para mi es malo y es bueno. La culpabilidad y la deuda no son partes naturales de mi ser.
Enfín, el día gris venía contando, no invitaba a salir de casa, no obstante ello y cargando mis cansados huesos me dirigí al centro de la ciudad de Burgas y luego de una merienda con cerveza y cornalitos fritos hice un paseo por el hermoso parque urbano llamado Sea Garden, que al igual que en la ciudad de Varna, separa este la Urbe de la playa del Mar Negro. Son unos parques fantásticos de los años 20 del siglo pasado, diseñados y creados con una variedad infinita de plantas exóticas y adornados con muchas esculturas, caminos y paseos.
Dejar un comentario