…fue la primer cosa que me he preguntado cuando semidormido y reacomodandome en mi tienda, una mano la sentí sumergirse en agua.
Pero empecemos por partes.
A Sergio, mi compañero de viaje Madrileño a quien yo típicamente argentino llamara “Che Gallego” lo había ya despedido en las puertas de Linz un día atrás. Yo decidí avanzar un poco mas ya que tenia en la mira un camping, el cual resulto estar cerrado. Por esto proseguí viaje hasta la próxima ciudad o pueblo de nombre Steyregg. Es de aquí que emprendí la pedaleada de hoy con un destino distante a 80 kms, consiente de estar sobreestimando mi condición, y no obstante ello viajé con una buena media, por lo cual a un tercio del camino mi objetivo me parecía factible, no obstante haberme equivocado con una ruta y haber pedaleado casi 10 kms de mas.
Fue sobre la ruta a las afueras de Mauthausen, pueblo conocido por un campo de concentración hecho museo, que paré a comprar un poco de fruta para el viaje.
Al retomar viaje y en uno de los cruces de ruta sucesivos, se me pone un ciclista de lado, al cual lo había ya observado a la salida del supermercado, como este le comprara un diario a un vendedor nordafricano con un gesto humano y amigable. Ello me había llamado la atención. Bueno, este ciclista se me pone de lado. Él llevaba un canasto con champiñones y verduras por lo que he podido ver y su bicicleta era un Randonneur de producción Austriaca de la marca PUCH seguro minino de 40 años atrás. Casi tímidamente me pregunta, si me molesto si me acompaña por un tramo a lo cual lógicamente he respondido que con gusto. Así mientras pedaleábamos habíamos entablado una conversación y le he contado de mi viaje y he descubierto que su abuelita vive en el siguiente pueblo pero el vive a unos 10 km mas hacia el oeste. Que esta recuperando el bachillerato en una escuela nocturna y que quiere aprender el oficio de mecánico de bicicletas. El mismo posee varias y antiguas y de colección. Su nombre es Gerald y su edad 20 años. Al pasar por la altura de su pueblo paramos, le convidé de mi bebida, cruzamos dos o tres palabras mas de despedida y buenos augurios y cuando estaba ya por montar “la fantástica” veo dos mujeres ciclistas, de aspecto mediterráneo y por atrás escucho una voz que grita – Che Argentinooooo!!!!
Joder! que si era nuevamente el Gallego!!! y se traía dos Catalanas de Barcelona, que locas lindas como surgieron ser, tal vez se lo traían ellas e el. Pero como sea, pasé de una despedida a un saludo y de una ruta solitaria a percorrer los próximos 30 kms en un peloton de 4. Nuria, Elena, Sergio y yo.
La información, que una de las muchachas, y sin decir nombres por discreción, casi pierde su bicicleta con alforjas y todo el equipaje en las aguas del Danubio, si no hubiese sido por esa ultima roca a orillas del río donde se quedo trabada la rueda delantera, esa información queda archivada en el ordenador “anécdotas”.
Nuestro viaje termino en común, en el pintoresco pueblo de “Grein” en la orilla Este del río. Ellos, en un hotel en las elevaciones que habían reservado, y yo montando por primera vez mi tienda / carpa, en el camping municipal a tal vez 10 metros del río, que por suerte estaba abierto siendo aun muy frío y fuera de temporada.
Una ves todos organizados en sus respectivos cuarteles nos juntamos en un tradicional bar de este pueblo, uno de esos bares/confiterías que aun testimonian de la monarquía Habsbúrguica, En su estilo Bidermayer de fin de Siglo (XIX), en sus empapelados de brocados, las arañas y los espejos enmarcados en filigranas doradas. La división entre fumadores y no fumadores era ilusoria y así entre copas (muchas), humo y paños verdes de mesas de billar, que nos hemos abierto los cuatro, cada cual presentando su cruz y contando de sus esperanzas en esta vida.
Como si nos conociéramos hace años nos escuchábamos atentos , nos reíamos, hemos jugado y nos despedimos.
Creo que estos 4 ciclistas tenían mas allá del rodado de 28 pulgadas algo en común. Cada uno estaba en la búsqueda de respuestas, en darse tiempo y en vivir la distancia. Cada cual con sus expectativas o sus cargas propias. Y por un momento hemos compartido y ha sido para mi una experiencia inolvidable.
Eso si, cerrando el juego con la negra sobre el paño verde, Nuria y Elena no han podido con nosotros los varones.
Y la crecida del Danubio? No había crecido, no obstante mi tienda se encontraba anegada. La razón? Mi “Camelbak” (Cantimplora) con 2 litros de agua no resistió a mi peso y se ve que con algun movimiento la he apretado y vaciada por completo.
Son las 10 AM del dia 26 y yo esperando a secar todo para guardar y seguir viaje.
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